El Legado de los hijos del Mar - Prólogo



La historia de la pequeña Raquel comienza a tomar vida

En las orillas del Mediterráneo a la media noche se encontraba una figura, oculta bajo la capucha de una capa, el viento tiro abajo el pedazo de tela que cubría su cabeza y la luna menguante apenas si pudo dibujar la silueta del rostro de ese hombre, con poca claridad se podía distinguir que llevaba una barba pero nada más, igual no era como si alguien lo pudiera observar en ese rincón apartado de todos, además unos fuertes hechizos ocultaban su presencia y había hechizos también para evitar que la gente se acercara.
El hombre,  se agacho, estirando su mano hacía las olas, tomó un objeto brillante y río entre dientes, mientras elevaba el objeto hacia el cielo y este refulgía con una luz azul. Esa luz cada vez fue más y más fuerte hasta que finalmente todo el lugar quedó cubierto por esa luz.
Un sonido sordo y la luz desapareció dejando paso a vislumbrar al hombre ahora tirado en el suelo con líneas azules marcando su cuerpo y de las mismas salía sangre a borbotones.
Aún así el hombre reía, reía a carcajadas sin importarle siquiera el dolor intenso que sentía ante tales marcas antinaturales en su propio cuerpo…
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En otro lado del mundo, en un avión camino a París, Francia, una joven de pelo rojo como el fuego, dormía en su asiento, al lado de ella, su madre dormía también, la mayoría de los pasajeros del avión dormían por lo que nadie notó que la joven tenía una marca en el hombro izquierdo que refulgía en azul claro radiante como si tuviera luz propia…
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En otra de las orillas la figura de una mujer solo cubierta por una tela surgía del agua misma y con los ojos cerrados caminó hacia la orilla y se acostó allí hasta que la luz del sol a la mañana siguiente le mostro su silueta a unos humildes pescadores quienes la llevaron hacia su hogar para poder brindarle atención necesaria


Continuara...